jueves, 22 de diciembre de 2011

Vermouth (Cuento)

Tercer Puesto - Concurso "El cuento de las 1000 palabras" (Revista "Caretas" - 2008)

Era oscuro, pero era el mar. Un bote a vapor y la música de Mahler clareaban las olas, mientras el silencio imperfecto de la sala se complacía en humedecer, transformándose en lenguas frescas e invisibles, las columnas del teatro San Martín. A seis butacas de distancia, a mi derecha, se expandía un murmullo ahogado en medio de la luz rojiza de un cigarrillo. La pantalla, entretanto, me invitaba a dejar el asiento incómodo, ofreciéndome en su lugar un sitio de veraneo de belleza anacrónica. Recuerdo haber experimentado un cambio enorme en la temperatura de mis manos. Mis sentidos y mis apetitos se habían rebelado contra mi razón, al tiempo que la brillantez artificial del ecran reclamaba mis pasos. Luego de una resistencia insana, hube de irrumpir en donde se me pedía, aunque sin necesitar moverme de lo más alto del mezzanine.

— Espero que disfrute su estancia — le deseaba un criado a un hombre de bigote oscuro —. Que la habitación sea de su agrado, señor.

El huésped abrió las ventanas para disfrutar de la vista oceánica, la cual debió haberle costado un buen fajo. Yo había pagado unos míseros soles a cambio de un boletito de color verde, mas disfrutaba también del mismo panorama. “Grand Hotel des Bains”, las carpas, la arena quemante. Cuando él salió de la habitación, toqué las paredes, acaricié la madera fina de la mesa de noche. Pensé en bajar hacia el salón principal, desde el cual un bullicio ligero, casi clandestino, se abría paso hacia las escasas parejas que observaban la escena — esa noche la alfombra casi no había sido pisada, y lo único que manchaba su granate descolorido eran las cenizas del cigarrillo de la luz rojiza —. Dudé en bajar al salón. Me faltaba algo, acaso. Sentía como si un puente humano fuese necesario para hacerme presente entre las columnas que acogían a los veraneantes. Ninguna duda hubo, en cambio, en adentrarme en la neblina que abrazaba levemente, bañándola de tristeza, la Avenida Colmena.

La calle se mostraba terriblemente fría. No había estrella alguna y los sonidos monótonos del tránsito se recostaban sobre la pista de doble sentido. Mi reloj insistía en decir que era temprano. Frente a la sombra que proyectaba un farol enmohecido, una mujer de labios oscuros estrujaba un bolso gris. Yo le hablé.

— ¿Un salón sembrado de mesas, champagne, entremeses…? ¿Allí adentro? Usted está loco — me dijo.

No vi por dónde ni recuerdo exactamente cuándo se alejó de mí. Entré al Bransa, consumí media botella de algo y me dirigí de nuevo hacia la sala. Introduje la mano al bolsillo derecho, del cual extraje pacientemente mi contraseña de ingreso. La sensación de necesaria compañía, después de todo, había retrocedido hasta desaparecer por completo de mi pecho.

                                         ***********

El salón principal se descubrió ante mí en forma amplia. Sentado sobre una silla marfilina, el huésped miraba con insistencia el semblante de un muchacho rubio y muy pulcro. Viré la mirada y me quedé prendado de una mujer ojiverde extraordinariamente delicada, de modos auténticamente apacibles, sin el fingido refinamiento sugerido por los manuales de buenas maneras. El resto de la tertulia parecía haberse hermetizado: de pronto solo éramos ella y yo, materializados por la secuencia de pequeños arcoírises en forma de pensamientos que viajaban a través de lo oscuro hacia la pantalla. Nuestra afinidad parecía traducirse tanto en la coincidencia de nuestras edades como en la palidez de nuestros rostros. Me acerqué a ella, pero al llegar hasta su mesa me disolví como una escena ya terminada. Anochecí en una terraza, asaltado por el canto súbito de unos juglares que se interponían entre el huésped y el joven rubio. La mujer lucía ahora sombrero de plumas y mirada desinteresada, como casi todas las miradas femeninas allí.

— ¿Se quedará todo el verano? — le pregunté, por fin.

— Usted no parece haber sido invitado — me respondió.

Aquello fue suficiente para que todos los concurrentes me observaran con sospecha. Igualmente, provocó que todos desaparecieran excepto el huésped, quien lucía conmocionado por las noticias sobre una peste inminente. Comprendí que debía dejar la escena de inmediato y salí, rumbo a la Colmena, buscando algo caliente para sobrellevar el resto de la noche.

                                                    ************

La soledad era inhóspita y el hombre, definitivamente, moría. Lo supe porque ya no había pausa alguna entre sus sollozos, porque el sudor que empapaba su cuerpo se había apoderado de su habla. Me dirigí hacia la playa para observar la última escena. Bajo la vigilancia del sol

pertinaz que acompañaba a Mahler, el cuerpo largo del joven, observando las gotitas de luz que aparecían y desaparecían intermitentemente sobre el océano, como lentejuelas cosidas sobre un vestido de zafiro y nácar, se disolvía entre sombras monocromas. A medida que el moribundo iba dejando su último rastro terrenal sobre la grava finísima de los Baños, las notas del adagio conformaban un hermoso y ordenado cortejo.

Entonces comprendí que ya no podría regresar a mi butaca, ni a ningún otro lado. Conservaba mi cuerpo, pero no mis memorias, y por ello había perdido también mi nombre. Intenté ir tras el joven en busca de respuestas, pero un extraño, que me pareció haber visto la noche de los juglares, me sujetó suavemente el hombro, impidiéndome avanzar.

— Qué belleza la de ese muchacho, ¿verdad? — me dijo, con la mirada puesta en la ribera —. Ese director italiano hizo una elección perfecta.

— Usted… ¿también está obligado a quedarse aquí? — pregunté yo, aturdido.

— Podría decirse que sí — respondió el hombre, tranquilamente, dejando flotar en el aire un inconfundible acento alemán —. Mi nombre es Thomas, ¿y el suyo?

— Acabo de notar que no lo tengo.

— No se preocupe. Yo crearé uno para usted. Y quizás también una historia; dígame, ¿le agradan las historias acerca de sanatorios…?

Estuve a punto de decirle que no, pero cuando me vi abandonando las tierras planas, montado en un ferrocarril ruidoso rumbo a las montañas, me di cuenta de que ya no había marcha atrás.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Those old papers


El abuelito murió cuando estaba a punto de cumplir 100 años. Faltaban unos meses, pero la enfermedad fue más rápida. Como ocurre muchas veces con los abuelitos, él tenía guardados en un cajoncito muchos documentos viejos. Así que, para las personas que quieran compararlas lo que le encontraron a sus abuelitos, aquí les dejo una relación, que es como sigue.

1) Una libreta de conscripción número 619328, otorgada conforme a Ley de Junio 22 de 1912, Capítulo VIII, clase 1931, con sello del Registro Electoral Nacional, fecha de dicho sello 9/4/1934.

2) Un certificado de propiedad de una máquina de coser Singer, fechado el 14 de enero de 1930, por haber cumplido con el pago de todas las cuotas, la primera de ellas efectuada el 17 de febrero de 1928. Firma ilegible del representante de la Singer Sewing Machine Company.

3) Un certificado de trabajo de la Compañía Nacional de Construcciones, señalando la participación del abuelito en la construcción del Mercado de San Camilo, su fecha 22 de noviembre de 1937. Firma ilegible del superintendente (M.I. Ponce y Talavera, presidente)

4) Un certificado de trabajo del Concejo Provincial de Islay, por servicios prestados desde septiembre de 1935 hasta el 20 de mayo de 1936, en la construcción de una piscina municipal.

5) Un carnet de identidad Nº 657, de la Asociación Urbanizadora Alto de Selva Alegre, fundada el 13/4/1947, firmado por su presidente, Gregorio Llerena. Sello con fecha 11/8/1957. Asimismo, numerosas cotizaciones a la Asociación, que van desde 1952 hasta 1957.

6) Un carnet de adherente s/n de la Unión Nacional Odriista, comité de Lima, fecha de inscripción 20 de octubre de 1961. Firma de Juan M. Escudero, presidente del Comité Distrital de Lince.

7) Un carnet de identidad del Seguro Social del Empleado, número 164-297941, sin fecha de otorgamiento pero con fecha de expiración 31-10-1966. Firma con sello de Manuel Fernández Stoll, Gerente General.

8) Un contrato de compra-venta a plazos suscrito con la firma Conadisa, por un televisor Philips modelo 21TX255A, por valor total de S/. 10,745.00, a pagarse con una cuota inicial de S/.2,825.00 y 48 armadas quincenales de S/.165.00, la primera de las cuales se vencía el 15 de abril de 1961. Firma como garante el Sr. Alejandro Fribours Solis.

9) Un almanaque de Casa Matusita de 1970, foliado cada dos meses, con vistas de diversos lugares turísticos del país, como el Valle Sagrado de los Incas (Mayo - Junio) , el Hotel de Turistas de Tarma (Julio - Agosto), etc.

Y muchas otras cosas.
Cuando las encontré, reflexioné en algo: yo no estoy dejando nada. Ya no tengo mi carnet naranja del Seguro, ni esa payasada que Luis Castañeda hizo llamar IPSS-card. No sé dónde diablos habrá quedado mi primer carnet universitario de los ochentas. No tengo ningún recibo por la priemra radio a pilas que compré, una Hitachi, casi toda metálica. Aunque no sé si a estas alturas valdrá la pena hacer una cápsula del tiempo... no pienso vivir cien años, me parece un número abismal, enorme, tremendamente macroscópico. Al final de cuentas, todo va a desaparecer, tarde o temprano... hasta este blog, seguramente.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Inauguración del "Boulevard de la Felicidad"

La Municipalidad de San Isidro ha programado una serie de demostraciones a todo lo largo de la Avenida Conquistadores, que se realizarán los sábados y domingos hasta el día 18 de diciembre.


sábado, 3 de diciembre de 2011

Rosas Ribeyro en la presentación de "El Hablador"

En las instalaciones del Centro Cultural Británico se llevó a cabo la presentación del último número de la Revista "El Hablador". Asimismo se aprovechó dicha reunión para anunciar el nuevo libro de José Rosas Ribeyro, una colección de cuentos titulada "No recomendable para señoritas".
La presentación corrió a cargo de José Rosas Ribeyro y de los editores Mario Granda y Juan Francisco Ugarte. En el local se hicieron presentes el narrador Guillermo Niño de Guzmán y el poeta Antonio Cisneros.



martes, 1 de noviembre de 2011

Marcel Velásquez habla sobre Fernando Iwasaki (audio)

Por ser el último día de la Feria del Libro "Ricardo Palma" - 2011, un pequeño audio de la presentación del libro "Nabokovia Peruviana", de Fernando Iwasaki... y hasta el próximo año.



domingo, 30 de octubre de 2011

Mi experiencia con el peor álbum de la historia

Cuando Lou Reed decidió mandar al carajo a la firma RCA y terminar de cumplir su contrato con un álbum doble que es un chiste, salieron de inmediato algunas voces a defender su bromita con argumentos risibles. Que el álbum es innovador, que en realidad era un proyecto de seis años, que al escucharlo en una cámara al vacío provoca una experiencia extrema, etc. Pero el que puso la mayor prueba a la tolerancia humana hacia la burla fue el propio Reed, que defendió (y aún hoy lo hace) su venganza discográfica, reservándose el derecho de reír al último.
Luego de escuchar el álbum, quisiera decir un par de cosas. Probablemente Reed haya tenido motivos justificados para escupir en la cara de la RCA como lo hizo. La firma habia maltratado la edición de su quinto disco "Sally Can't Dance", a pesar de que fue un Top 10 de todos modos, y además, la compañía quería otro éxito de inmediato. Como si hacer canciones como las de "Transformer" fuera cosa de silbar tonadas en el supermercado, a ver qué sale. Por tanto, cogió una grabadora de cintas Uher, tres guitarras, les colocó micrófonos para que el sonido se "acoplase" ("feedback") y grabó "Metal Machine Music" en 48 horas. La RCA, no entiendo por qué, se atrevió a lanzar 1500 ejemplares, muchos de los cuales fueron regresados a las tiendas por los compradores, pues la gente creyó que estaban fallados. El álbum, de una hora de duración total, se trata de esto:



Lo siguiente que quisiera decir es mi parecer al respecto. Escuché este álbum, completo, hace un par de meses y sobreviví, en parte porque, días atrás, había escuchado los dos volúmenes de Unfinished Music de Lennon y Yoko ("Two Virgins" y "Life with the Lions"), de modo que disponía ya de cierta "preparación". Lo que pienso de "Metal Machine Music" es lo siguiente: este debe ser el sonido que haría el robot de "Perdidos en el Espacio" al sufrir un ataque de epilepsia. También podría ser el pedorreo de una mainframe IBM de los sesentas (de esas que ocupaban media habitación). O lo que dijo la revista "Rolling Stone" en el momento de su lanzamiento: "El gruñido tubular de un refrigerador intergaláctico". Pero allí están quienes hablan de "disco inspirador..." y se ahogan en reseñas patéticas que no las entienden ni ellos mismos. Tal vez esa gente todavía sigue buscando las referencias a la "Eroica" de Beethoven que Reed, supuestamente, incluyó en las mezclas.
Finalmente, el año pasado, en el relanzamiento en vinyl de este álbum (en su página web dice que es el regalo perfecto para un ser querido, supongo que debe ser la suegra), Reed anotó que era "música muy profunda"... olvidó decir en la profundidad de qué está contenida. No quiero ni imaginarlo.

jueves, 6 de octubre de 2011

De toreros... y toreados

Llegó el mes morado y con él la aberrante posición de los taurinos, quienes defienden, literalmente "a capa y espada", esta variante luminosa del circo romano que se hace llamar tauromaquia. Y empezarán, por supuesto, las protestas de los grupos antitaurinos, defendiendo al toro que comen sus hijos en el almuerzo o en el McDonalds, acompañado de su respectiva Inca Kola light.
El problema con estos últimos es irse, contra su propia naturaleza, del lado del animal, razón probable por la cual han fracasado en todos sus intentos por abolir esta fiestucha hecha sólo para el deleite de un grupo muy selecto de familias, la mayor de ellas la ilustrísima y nunca bien ponderada familia Miró Quesada, que ya debe estarse emperifollando para lucirse en los tendidos y apreciar de cerca "la fiesta más culta que hay en el mundo", según Federico García Lorca, a quien, como buen gay, le encantaba el pasito amanerado que usan los diestros antes de clavarle las banderillas a los animales.
Pero, a ninguno de estos pececitos dorados le interesó jamás que haya un ser humano dispuesto a matarse, para júbilo de una caterva de morbosos que año tras año compran sus abonos (qué nombre tan apropiado) para las corridas. Peor todavía en un país como el Perú, donde, según una encuesta de 2008, casi el 80% de personas están en contra de su realización. Pero los antitaurinos, dale que dale con el pobre toro, el pobre animal, el pobre cuadrúpedo... ¿Y qué hay del torero? Estimados taurinos y antitaurinos: se habla de banderillas y estocadas... ¿y las cornadas no cuentan? ¿No saben acaso cómo murió el torero valenciano Manuel Granero y Valls? Un toro llamado “Pocapena” le metió un cuerno por el ojo derecho, sacándole por la cuenca la masa encefálica. Tenía apenas 20 años de edad. Qué linda es la fiesta brava…
Pero lo más apestoso de esto es que los señores organizadores de las corridas... ¡no quieren pagar impuestos! Según ellos, no deben pagarlos porque el "arte del toreo" es un espectáculo "cultural". Yo no me explico cómo se puede decir, en una sociedad supuestamente civilizada, que debería declararse "cultural" un espectáculo donde muere gente. Señores Miró Quesada, señores del Colegio de Abogados de Lima Norte que plantearon una demanda de inconstitucionalidad contra el pago de impuestos, explíquenle a la ciudadanía qué puede tener de cultural una muerte como la de Granero, o como las de Manuel García Cuesta "Espartero", José Cubero "El Yiyo", Francisco Rivera "Paquirri", Manuel Báez "Litri", Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete", y dejo de enumerar porque se me cansan los dedos. Y que lo expliquen también los miembros del TC que, a pesar de haberles pateado el culo a los demandantes respecto al pago de impuestos en mayo de este año, agregaron en su sentencia (fundamento 33) que "sí son espectáculos culturales", a pesar de que anteriormente habían dicho que no, en un fallo de 2005.
Esa es, pues, la cuestión. Una facción taurina petulante y una antitaurina desorientada. A los taurinos, que seguirán discutiendo el pago de tributos con argumentos vomitivos, los dejo diciéndoles esto: Ya es bastante con ser inhumanos... para graduarse también de conchudos. Y para los antitaurinos que, en vez de replantear su lucha, se dedican a hacer cosas tan estúpidas como "La Marcha de las Vacas Viudas", les dedico un pensamiento: "Qué pobre debe ser un toro... para que lo defienda un caballo".

Imagen tomada de aquí:
http://www.woostercollective.com/2008/11/shit_were_diggin_ji_lees_dead_bull_as_se.html


jueves, 29 de septiembre de 2011

Exposiciones en la Sala de Arte de Petroperú

Las exhibiciones que se muestran son la séptima de "Arte con Derechos" y "Niñez, Arte y Patrimonio de Perú y Grecia". La promotora de esta última es la pedagoga Carmen Rodríguez. La muestra estará disponible hasta el 7 de octubre.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Presentación de "Están quemando el silencio" de Carlos Schwalb

Cuando llevé mi cámara fotográfica y mi grabadora a esta presentación, no imaginé que el discurso de Carlos Schwalb duraría 48 minutos. Solo disponía de un cassette de 60. Se acabó el lado B y tuve que grabar encima de la intervención de Francisco Tumi y parte de la de Alejandro Susti que ya tenía en el lado A, para recoger completa la ponencia del autor. Aquí se muestra una versión editada de lo que obtuve. Entre el público asistente pude reconocer, entre otros, a Guillermo Niño de Guzmán y a Edgardo Rivera Martínez (a quien Schwalb menciona).



domingo, 18 de septiembre de 2011

El vórtice

Yo soy escéptico con muchas cosas, pero hay algunas que sobrepasan el límite del entendimiento humano. Lo digo porque, en esta esquina de las calles Lord Nelson con Alfredo Salazar (cerca al Óvalo Gutiérrez), se han producido un número de accidentes vehiculares que sobrepasan cualquier cálculo de probabilidades.

Octubre de 2010:



Noviembre de 2010:


Julio de 2011 (Esta vez chocó hasta el serenazgo) :


Y hoy, 18 de septiembre:


En serio, ¿qué diablos pasa en esta esquina?

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Por un error de tipeo

Bueno, ya que estoy desempolvando viejos cajones y revisando revistas viejitas, aprovecharé para colocar en este pequeño baúl una anécdota sacada del Chicago Tribune, a través de la pluma de Marcia Winn, y reproducida en el número de abril de 1946 del Reader's Digest.

CUENTA SALDADA

En los círculos militares de Londres se refiere esta anécdota como una de las mejores de la última guerra:
Cierto joven teniente fue ascendido a capitán, y acaeció que la gaceta de Londres al dar cuenta oficial de ello, colocó, por un error de imprenta, que la fecha del ascenso había sido el 1 de abril de 1041, en vez de 1941. Esa noche, varios oficiales compañeros suyos, después de una muy alegre sbremesa, convencieron al alegre capitán de que exigiese el pago de todos los suelods y abonos atrasados que según la Gaceta se le debían.
De las palabras se pasó a los hechos, y escribieron la solicitud en la forma oficial acostumbrada y citando los párrafos de las ordenanzas del rey que al caso aplicaban. Hecho lo cual, todos los alegres oficiales se fueron a la cama. Pero al día suiguiente, ya con la cabeza despejada, el capitán se dio cuenta cabal de lo que había hecho y de las series consecuencias que indudablemente iba a traerle, ¡Hasta un consejo de guerra era posible! Semanas después llegó la respuesta. "Su solicitud por la paga que se le adeuda desde el 1 de abril de 1041 hasta la fecha es correcta, y por lo tanto se ha abonado en su cuenta la suma de 39,999 libras. Parece, sin embargo, que usted pasó inadvertido un párrafo de las ordenanzas del rey en la cual se establece que un comandante en jefe es responsable por todas las armas y caballos que se pierdan en acción, debido a negligencia suya. Si el comandante muere en el campo de batalla, la responsabilidad recae sobre el oficial de inmediata antigüedad que lo sobreviva. Su carta prueba, sin lugar a dudas, que usted es el único sobreviviente de la batalla de Hastings (1066) en la cual 20,000 caballos, tasados en 2 libras cada uno, se perdieron por negligencia. Consiguientemente, la responsabilidad del pago de 40,000 libras recae sobre usted. De acuerdo con ello, se le ha cargado dicha suma en su cuenta, lo cual arroja un saldo neto de una libra en su contra"

Imagen: Portada de la edición de Seleciones del Reader's Digest, publicada en ese entonces en La Habana, Cuba.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Vinilos Peruanos


Para quien guste de los vinilos, desde hace un par de meses administro un blog donde añado mis digitalizaciones, titulado "Vinilos Peruanos". La dirección es:
http://vinilosperuanos.blogspot.com
También incluyo algunas descripciones en los posts. Las digitalizaciones se pueden escuchar en la cuenta "VinilosPeruanos" de youtube.

Saludos a todos.

viernes, 5 de agosto de 2011

Sin pena ni gloria

Más fría que la anterior, no por el clima sino por la oferta, terminó el 2 de agosto la Feria del Libro FIL-2011, de la cual se podría rescatar muy poco, Hubo varias cancelaciones, entre ellas la presentación de los libros ecuatorianos el día 27, pero la más sonada fue la cancelación de la presentación del poemario "Caronte" del chileno Eduardo Leyton (lunes 25), por motivos que han ido circulando a través de varios sitios de internet.
Luego de pagar los injustificables tres soles de entrada, me encontré de inmediato, como el año pasado, con una distribución geográfica de stands que casi hace necesario un GPS para hallar el stand que se quiere. En esta ocasión, no encontré a mi vendedor de revistas viejas, no había stand de Azul Editores, Petroperú no dio la cara, INDECOPI brilló por su ausencia, la Católica se alucinó omnipresente colocando un stand aquí, otro allá y otro más allá, y el espacio que había sido desperciado el año anterior con la exhibición de fotografías del Ajá se lo dieron a cierto periódico pútrido, dirigido por Aldo Mariátegui, que ya todos conocemos.
Hablaré solamente del ultimo día, en el cual me concentré en la programación de actividades. Luego de pasar por alto la presentación de cierto libro que iba a ser comentado por la Caravedo, la Borlini, Maritere y otros personajes de los medios de comunicación, asistí a la sala Arguedas para ver a Jorge Edwards y escucharlo disertar sobre su último libro, "La muerte de Montagne". Edwards se sentó en la misma silla que el día 20 había sido ocupada por esa aberración genética llamada Luis Corbacho, elevado por la CPL a la categoría de main event, para delicia de las cuatro docenas de fronterizos que lloraron de alegría a su llegada y se despeinaron por un autógrafo. Pero volviendo a Edwards, estuvo sobrio, no excesivamente brillante pero sí lo suficientemente diversificador como para hacer olvidar el frío que me esperaba cuando saliera de allí hacia Salaverry. En la sala estuvo presente la alcaldesa Villarán, a quien vi conversando de no sé qué diablos con Alfredo Barnechea.
Al término, abandoné inmediatamente el lugar porque sabía de antemano que la presentación de libros de Copé había sido cancelada, pero me detuve un momento a ver el panel con la actividades transcurridas hasta la fecha en esa sala. "Historia del té" de Luciano Delphino, "Cómo Aman Ellos" de Rosa María Cifuentes, "El Club del Ceviche" de Karlo Alvarez, "Alanadas" de Pedro Salinas... Si quisiera saber de eso, no necesitaría una feria del libro, solo sintonizar el canal Plus TV. Fui entonces a la sala Blanca Varela, donde Reynoso y Gonzales Vigil anunciaban a la ganadora del III Premio de Novela de la CPL, Irma del Águila. Me quedé a escuchar a Oswaldo Reynoso, porque siempre tiene algo interesante que decir. La novela en cuestión saldrá a la venta recién en octubre, pero no la esperaré, porque no creo que una autora con una prosa tan estática como Irma del Águila pueda haber escrito algo que me pudiera interesar.
Y terminé la noche con la última compra en la Feria. Tenía que decidir entre Cortázar y sus "Papeles Inesperados" (con lo cual demostró que muerto seguía escribiendo mejor que muchos vivos) y "Sueños Bárbaros" de Rodrigo Núñez. Al final, me decidí por el maestro. Estaba en deuda con esa compra. Núñez será para otra ocasión. Abandono este post con la infaltable secuencia de video que cualquiera que posea una cámara no puede dejar de hacer.

viernes, 29 de julio de 2011

La filosofía de Crisóstomo Uribelarrea (cuento)

Lo conocí en la sección de reclamos del Centro Comercial, yo con mi cámara malograda en la mano izquierda y él con su televisor portátil, con la cabeza aplastada por un sombrero grisáceo que nadie usa en Lima, los dedos cruzados aferrando el artefacto y una expresión de ave de rapiña que atraía miradas. Llevábamos diez minutos sentados y, de acuerdo con el papelito impreso que marcaba nuestro turno, lo estaríamos probablemente otros veinte más, cuando el hombre se volvió hacia mí para preguntarme la hora.
— Son las 10 y 25 — le dije. No era tan maleducado como para indicarle que había un tremendo reloj en la pared, detrás de la mesa de Atención al Cliente, pero estoy seguro de que el tipo lo sabía perfectamente y solo pretendía llamar la atención.
— Y mientras no puedo ver la charla que ofrece Harold Tellerman en VOA. Alguien a quien deberían escuchar ciertos políticos para responder correctamente acerca de sus gestiones, en lugar de lanzar explicaciones estúpidas.
Luego de una rápida mirada de reojo hacia mi interlocutor, hice un gesto de asentimiento y seguí mirando al frente.
—¿Sabe cuáles son las tres estupideces que citan más frecuentemente aquellos que se creen muy listos? — continuó él —. Se lo diré. La primera: “Lo más tonto es contestar una pregunta con otra pregunta”. Obviamente eso lo dijo un pobre diablo que no sabía hablar su propio idioma. Un iletrado que no conocía lo que es la repregunta, la retórica, la ironía…
Yo lo escuchaba con mediana atención, como la que se presta a una ópera a la cual uno ha sido invitado pero de la cual no entiende el libreto.
—La segunda: “Si no te gusta, ¿para que lo ves?” Hace tiempo me replicaron eso respecto a un programa de televisión bastante malo. Obviamente le respondí: Pero si no lo hubiera visto, ¿cómo hubiera sabido que era malo, pues…animal?
Eso sí me puso nervioso. A este tipo no podía decir nada. Así que, por el momento, decidí seguir escuchando sin replicar, aunque por esos días estaba hastiado de discursitos por culpa de la reciente campaña electoral.
—Y la última: Cuando alguien hace mal su trabajo y alguien lo critica, surge algún imbécil para decir: “Tal vez tú lo hubieras mejor “. Es decir que, para estos engendros, si un paciente se muere y alguien se queja, sería válido preguntar: “¿Por qué no lo operaste tú?”. Yo no soy de los que creen que para juzgar algo evidente haya que ser afín en lo que se juzga. Hace muchos años, estaba esperando mi turno para hacer un trámite en la Dirección General de Contribuciones, cuando me puse a discutir con un cornudo sobre un concurso de baile en el cual, supuestamente, sus jueces no se habían comportado de manera correcta. “¡Todos los jurados deberían ser bailarines!”, decía. “¡Deben parecerse lo más posible a los concursantes!”.
El tipo se aplastó un poco más el sombrero sobre la cabeza y continuó:
—Bueno, entonces lo miré fijamente y le dije: “Ah, carajo. Entonces, el día que te nombren jurado de un concurso de belleza, vas a tener maquillarte bastante, compadre”. La gente alrededor se rio, eso no le gustó al tipo y se puso de pie, yo hice lo mismo y cuando vio que le llevaba dos codos, se tuvo que sentar de nuevo, simplemente. Si me hubiera visto usted cuando yo era joven…
Sí, el tipo era muy alto, pero no me había dado cuenta hasta entonces porque se encontraba encorvado sobre el asiento, abrazando el televisor y eso disimulaba muy bien su estatura. ¿Decía que mejor lo hubiera visto cuando era joven? Evidentemente, ese carácter suyo se había formado desde mucho antes de ser un adulto. Tal vez empezó aventándoles los biberones a otros bebés. A pesar de todo, como no estaba acostumbrado yo a escuchar sumisamente a las personas, dejé de lado mi recelo para atreverme a hacerle algunas pequeñas preguntas:
—¿Por qué cree que algunas personas son así?
— Porque sus pobres mentes no tienen mejor manera que adaptarse al mundo en que viven.
—Y, según usted… ¿cómo llegó el mundo en que vivimos al estado en que se encuentra?
—Porque desde un principio el ser humano ha estimulado la predominancia del más fuerte y no la del más inteligente. El más fuerte, por supuesto, tenía que demostrar esa fuerza utilizándola para adueñarse de lo que no le pertenece. ¿Resultado? La guerra.
—Pero para tratar de evitar eso existe la diplomacia…
—¿La diplomacia? No me haga usted reír… ¿Cuándo la diplomacia ha sido capaz de evitar atrocidades como la Segunda Guerra Mundial, Vietnam, Afganistán o las dos invasiones a Irak? Escuche bien: un diplomático es un funcionario público encargado de hacer una declaración de guerra lo más prolongada y elegantemente posible.
—Pero, al menos, la civilización ha establecido sistemas para la convivencia pacífica. ¿Qué hay de la democracia, las elecciones libres, la separación de poderes?
— ¿Democracia? Por favor… Si hay algo demostrado de manera incontrovertible en la historia, es que las mayorías siempre se equivocan. Desde la condena de Sócrates, la crucifixión de Cristo, la elección de Hitler como canciller hasta nuestros días, las mayorías son eso: el error hecho institución. Sin ir tan lejos, fíjese en nuestro propio sistema democrático: en dos elecciones consecutivas hemos hecho pasar a los dos peores candidatos a la segunda vuelta.
El papelito que tenía en la mano indicaba que yo era el próximo en ser atendido. Así que aproveché eso para hacerle una última pregunta:
—Por último… ¿qué piensa usted de las mujeres?
—Las mujeres… — dudó un segundo, pero respondió finalmente: — Las mujeres son todas iguales. Se lo digo porque siempre dicen: “Todos los hombres son iguales”, por lo tanto, piensan igual. Conclusión: todas son iguales.
De inmediato, la pantalla que mostraba los turnos señaló el mío. Me levantaba ya para efectuar mi reclamo, cuando el asombrerado dejó el televisor portátil en un asiento vació, sacó una tarjeta de su bolsillo y me la extendió. La vi recién cuando salí del Centro Comercial: tenía un nombre extraño escrito en ella.

Imagen tomada de aquí: http://www.phasedrift.com/photo/man-with-hat-1095/

viernes, 15 de julio de 2011

En el Día Nacional de Francia

Pasaba por la Plaza Francia, ayer por la tarde, y lo primero que vi fueron unas coronas, con dedicatorias de varias instituciones. Recién caí en la cuenta de que era 14 de julio. Una idea llevó a la otra y recordé unos viejos discos franceses, grabados con transmisiones radiofónicas a cargo de la ORTF, probablemente para ser transmitidos en Onda Corta, con la locución en español de Alex Marco. Los discos contienen los programas "Paris Ritmo" y "Discorama" (ojo, nada que ver con el programa televisivo francés del mismo nombre), los cuales son casi imposibles de conseguir aquí, salvo que los tengan en la Alianza Francesa. Alex Marco también tenía a su cargo un espacio titulado "Cita en París".
El programa que se ofrece aquí es uno de las últimas transmitisiones de "Paris Ritmo" del año 1969, o al menos un fragmento, ya que es muy largo como para colocarlo todo en un video de Youtube. Feliz día a la colonia francesa (Viva la France!).

martes, 5 de julio de 2011

"Pleasant Palisade"

Una de las primeras cosas que escribí fue una extraña novela acerca de una adolescente de 13 años, natural de Maryland; cuando sus padres se divorcian y ella se ve obligada a mudarse con mamá a una zona rural, ella escapa y trata de alcanzar a su progenitor que ahora se encuentra en Maine. Pero en los bosques del condado de Summit, Ohio, se pierde y termina en una comunidad donde habita una serie de personajes extraños. La novela está dividida en dos partes, la primera dividida a su vez en dos secciones: un diario descrito en 7 capítulos y un libro de memorias descrito en 11, y la segunda un cuaderno de memorias que ocupa 14 capítulos titulados. En total, son más de 81,000 palabras sin corregir, distribuidas en 233 páginas que jamás imprimiré.
Me pregunto cuántas personas tienen una obra que jamás nadie conocerá. Pero me gustaría saber, realmente, cuántos son los que poseen un manuscrito que cumpla dos condiciones: 1) Que sus autores no quieren que nadie lea y 2) Cuyos autores no quieren deshacerse de él. Parecen excluyentes, pero, por esas curiosidades del comportamiento humano, no lo son.
No es difícil hallar gente incapaz de lanzar al tacho algo que ya no les gusta. La mujer que guarda el vestido apolillado que usó en su graduación, el viejo rockero que no tiene intenciones de triturar su gastado long-play de Silvana di Lorenzo. Pero una creación propia provoca una ligazón más fuerte aún. Así, el escritor que no se deshace de un rollo que ahora le parece impublicable, no lo hace porque en algún momento le dedicó su tiempo sobre cosas que podrían haber sido prioritarias en su oportunidad. En mi caso, mi novela me acompañó muchas noches, cuando mi computadora era una PC XT y el Word 5.0 para DOS era lo más acabado en procesadores de texto, pero ahora debo reconocer que, examinada veinte años después, resulta siendo simplemente un ejercicio menor y problemático..
Cuánto tiempo más la tendré en un archivo ermitaño, cuántos años más descansarán esas líneas, esos lugares ubicados entre una nieve que no cae en nuestras costas, esos personajes (una adivinadora, un hombre que se niega a cruzar puentes, una coleccionista de muñecas raras, etc., pero sobre todo Mary Alexandra, la adolescente protagonista de la historia), ya no es cuestión que me competa a mí. Que lo decidan las estaciones, las puestas de sol, que lo decidan quienes quieran llevarse todo esto, dentro de veinticinco o treinta o cincuenta años, de aquí... aunque probablemente nadie la leerá de todos modos. Porque si de algo me precio, es de saber colocarles contraseñas infranqueables a mis documentos privados.

Imagen tomada de aquí: http://estefania-tang.blogspot.com/2009/10/girl-in-woods.html

viernes, 1 de julio de 2011

Cuando algo suena a despedida




En 1982, el cómico argentino Vinko Barich celebraba su triunfo en los café teatros limeños con la grabación de un LP. Había llegado al Perú en los años finales de la dictadura de Velasco y con su estilo "elegantemente lisuriento" se distinguió de los comediantes más toscos. En la grabación hecha para la firma El Virrey desarrolla sus personajes más conocidos, sin dejar de lado su conocida imitación de Chabuca Granda. Pero, quién sabe por qué, en este disco se le ocurrió incluir un tema de Eladia Blásquez llamado "Gracias... a pesar de todo". Y no puedo menos que preguntarme... ¿a pesar de qué? Vinko lo tenía todo, todo de lo bueno que pudiera ofrecer este mundo. Y al escuchar su interpretación, resulta dramático escucharlo dándose ánimos para continuar adelante, como si algo se lo impidiera entonces, aunque Vinko era una persona saludable y exitosa.
Años más tarde, a principios de los noventa, ya casi retirado del espectáculo, empezó a tener problemas con la cadera; a mediados de esa década vino el terrible diagnóstico: cáncer a los huesos. Murió en Suiza el 13 de enero de 1996, a los 51 años de edad. Pero entre 1982 y 1996 hay mucho trecho. Es una lástima que Vinko ya no esté: solamente él podría haber explicado haber includo, en un disco tan alegre, ese agradecimiento con sabor a despedida.

martes, 28 de junio de 2011

Peter Falk (1927-2011)

Tendría unos trece años de edad y no me gustaban mucho las series policiales o de misterio. Pero habían cosas en la repetición del NBC Sunday Mysterie Movie (traducida aquí torpemente como "Trilogía Policíaca") que atrapaba: el formato de series intercaladas, el hecho de no ser un programa limitado a una hora de duración (algo que Universal ya había probado en "The name of the game" ("Audacia es el juego"), todo esto sin dejar de lado el tema de presentación a cargo de Henry Mancini. Pero, por supuesto, el núcleo de la atención era el trabajo de Peter Falk en "Columbo", serie donde el "misterio" consiste en saber de qué manera el asesino era descubierto, porque su identidad se conoce desde un principio.

Rechazado el papel en la serie por Bing Crosby (a Dios gracias), los productores se fijaron en Falk, entonces de 44 años, aunque tenían pensada una persona de mayor edad para el rol. Las cosas no pudieron salir mejor, porque Falk compuso un personaje de antología, que lo llevó a ser nominado más de una vez al Emmy. Es cierto que Falk ganó el Emmy por la primera temporada, pero es a partir de la segunda donde la serie comienza a ofrecer sus misterios más acabados. "Etude in Black" (el director de orquesta que es atrapado por una flor en su traje), "A Stitch in Crime" (con Leonard Nimoy como un doctor asesino), "The most dangerous mind" (el ajedrecista descubierto por su sordera) y "Double Shock" (un capítulo especial, ya que aquí no se conoce en primer lugar al asesino). Era tal la popularidad de Falk, que cuando viajó a Francia una vez en los setentas, fue recibido por un alcalde con honores de inspector. Ya para entonces recibía uno de los sueldos más altos por capítulo, aunque no se comparan en nada con las barbaridades que se pagan ahora.

Yo esperaba casi con ansiedad cada episodio, pero como el programa estaba compuesto por tres series, sentía un poco decepcionado cuando no aparecía Columbo en la semana, pero cuando lo hacía, no tenía dificultades en memorizar el libreto completo y admirar la performance de Falk. Es extraño, pero ver nuevamente a Columbo en los noventas descubrir a los mismos asesinos fue igual de agradable, aún cuando ya se sabe perfectamente cómo lo va a hacer. No creo que exista otra serie de misterio con la misma capacidad de generar esa sensación. Al menos, no para mí.

viernes, 24 de junio de 2011

Un aperitivo para la Copa América

Desde hace mucho tiempo, nadie está seguro de nada cuando se trata de hacer apuestas sobre la actuación de nuestra vapuleada selección de fútbol. Los auspiciadores y periodistas deportivos hacen todos barra antes del partido inicial, argumentando que "hay que hacer fuerza" para que ganen, como si eso hubiera servido en las últimas eliminatorias. Hubo algún tiempo en que la afición confiaba en el equipo, aun cuando posteriormente el resultado no fuera favorable; hoy pocos pùeden darse el lujo de confiar en el grupo que ahora afrontará esta Copa América. El desastre de la última eliminatoria ha dejado huella en los hinchas; sin embargo, allí estarán, seguramente, pegados al televisor hasta el último partido de la selección.
Pero, en fin, casi todo es especulación cuando se trata del fútbol peruano. Aquí los dejo, pues, con un aperitivo antes del pitazo inicial. Se trata de un video de hace cuarenta años, cuando teníamos un fútbol que, por lo general, satisfacía las expectativas.



martes, 21 de junio de 2011

Un día para casi todo

Apenas terminábamos de pasar por el Día del Padre y ya algunos empezaban a promocionar el Día del Amigo, que se cumplió ayer. Cabe decir que esta cosa no es más que una importación argentina, cuando en 1979 a alguien se le ocurrió convertir el día del primer alunizaje (si es que lo hubo) en un día consagrado a la amistad.
Las sociedades siempre han tenido la costumbre de consagrar un día particular del año a cualquier ocurrencia. El "Kissing Friday" era una tradición inglesa donde en algunas localidades a los chicos se les permitía besar a las chicas sin castigo o rechazo. Se celebraba el primer viernes después del Miércoles de Ceniza. Nadie sabe con exactitud cómo se originó, pero terminó en los años cuarenta. Los animales, por supuesto, han sido uno de los objetos de dedicación preferido por los pueblos. El Día del Perro existe en muchas versiones, por ejemplo, en Argentina se instauró el 2 de junio como Día Nacional del Perro, que se celebra desde 1996, en honor a un perro héroe llamado "Chonino". Versiones del Día del Gato se pueden rastrear hasta el siglo XIII. En el año 2000 a alguien, en Michigan, se le ocurrió hacer el Día del Mono el 14 de diciembre, y el "Día de la Marmota" que se describe en una conocida película protagonizada por Bill Murray, es real y se lleva a cabo en Punxsutawney (Pennsylvania), el 2 de febrero. El Día del Venado se celebra en Azerbaiján desde 1932 los 11 de febrero (es decir, el venado en el buen sentido).
En cuanto a las profesiones, tenemos el Día del Bacteriólogo en Colombia (28 de abril), el Día del Albañil en México (2 de mayo).
Por supuesto, no podían faltar los disparates. El Día del número Pi (14 de marzo) tiene más de 6,000 seguidores en el Facebook. Y el primero de abril algunos norteamerucanos celebran, desde 1996, el "Fun at Work's Day" (Día de la Diversión en el Trabajo). Pues bien, que lo celebren ellos. Yo prefiero divertirme más fuera de él que dentro.

domingo, 29 de mayo de 2011

Discurso de Gregorio Martínez - FIL 2009

Pocos libros causaron tanta polémica en el año 2009 como el "Diccionario Abracadabra" de Gregorio Martínez, ganador de la I Bienal de Ensayo de los Premios Copé. Criticado hasta la saciedad por sus errores y menciones al poeta Juan Cristóbal (entre otras cosas), fue objeto de ataques por autores de las más diversas tiendas. El discurso que se va a escuchar se pronunció durante la presentación del libro en la FIL 2009, pero ni siquiera lo pronunció personalmente el autor, que se encontraba en los Estados Unidos, sino por el premio de poesía Casa de las Américas 1978, Hildebrando Pérez Grande.

lunes, 23 de mayo de 2011

Otro choque

Esta colisión que se ve aquí ocurrió hace unos días y es algo común en el Óvalo Gutiérrez, en San Isidro. No soy e-reporter, pero, casualmente, llevaba una cámara en la mano. 


Hay demasiados automovilistas distraídos, de modo que no se recomienda cruzar por cualquier lado sino por las esquinas, pero en esas esquinas pasa algo que también es molestia para los peatones. Por ejemplo, en la esquina que se ve en la siguiente foto.


Es una odisea cruzar Cavenecia por aquí, entre las cinco y seis de la tarde, hora de ir a comprar el pan. Si hubiera un semáforo, uno solo, se facilitarían las cosas. Pero lo más chocante de esto es que, dos cuadras más atrás, en el cruce de una calle menor con Cavenecia, hay nada menos que ¡nueve semáforos!


Es decir, las autoridades, encima, nos sacan la lengua. O los responsables de esto son muy brutos, o muy graciosos. Pero, claro, para cobrar los arbitrios sí que son puntuales.

sábado, 21 de mayo de 2011

Saltanubes (Cuento)

No es que tenga alguna afición particular por el número 4, pero, cuando me pongo a escribir pequeñas historias bajo un tema, las agrupo así. Esta es el primero de una tétrada de pequeños relatos referidos al tema de lo rural (aunque de naturaleza fantástica, como la mayoría de las cosas que hago). El grupo de cuentos breves se titula simplemente "Cuatro historias pueblerinas".

Saltanubes 

Saltanubes era una ciudad poblada por inconformes, rutinólogos y buscadores fracasados de la Fuente de la Juventud, pero una urbe relativamente despreocupada, aunque sea dudoso colocar eso como un mérito. A decir verdad, se desenvolvía dentro del promedio, hasta que llegó a sus linderos la fábrica de perchas “La Lavandera”. A raíz de una furiosa arremetida de las importaciones de ropa en distintas comarcas vecinas, la demanda de perchas había crecido un 300 por ciento, de modo que la fábrica, una vez instalada, empezó a reclutar gente mediante anuncios en los que se ofrecía sueldos diez veces superiores al mínimo de la localidad. Rápidamente, todos los desempleados, incluyendo aspirantes a políticos, poetas, músicos callejeros, etc., empezaron a hacer fila frente al local, pero tuvieron que lidiar, incluso a golpes, con bibliotecarios, entomólogos, traductores de griego y demás especímenes que nunca pudieron hacer buen uso de su profesión, por falta de empleadores. Mientras que esto sucedía, la gerencia de la fábrica anunciaba que la demanda del producto aumentó, súbitamente, un 400 por ciento más, por lo cual los sueldos serían incrementados otro tanto y empezarían a aceptar a todos los quisieran integrarse a la planilla. El resultado fue que pronto los profesionales con ocupación conocida empezaron a hacer perchas y todos felices con la nueva remuneración.
            Pronto la situación se tornó abrumadora para Saltanubes. Puesto que no había policías disponibles, porque se habían ido casi todos a fabricar las perchas, los criminales empezaron a hacer de las suyas con los sueldos ajenos, pero tuvieron que huir de la ciudad a causa de la reacción inmediata de la población, que empezó a ejecutarlos en la plaza pública ya que no habían jueces ni abogados a quienes acudir, puesto que todos se habían integrado a la planilla de “La Lavandera”. Asimismo, la gente tenía que recorrer largas distancias para conseguir alimentos, ya que los mercados habían sido destruidos a manos del pueblo, en protesta por la variación de precios impuesta unilateralmente por los comerciantes, tras la cual un kilo de pan pasó a costar lo mismo que un televisor y un litro de leche lo que valía una cocina a gas. Cabe decir que los consumidores tuvieron que aceptar, por otro lado, el aumento de la gasolina, puesto que solo había una persona autorizada por Hidrocarburos para traer el combustible y lo necesitaban para llenar los tanques de los vehículos, en los cuales iban a traer la comida desde los pueblos cercanos.
            Pronto reinó la desconfianza entre los pobladores, pues tenían que guardar su dinero debajo de la almohada, debido a que el gerente y empleados bancarios habían pasado a integrar las filas de “La Lavandera”, por lo que no era de sorprender que muchos durmieran con un rifle bajo el brazo. Asimismo, se canceló el transporte público por falta de choferes, lo cual obligó a cambiar el horario de la vida de gran parte de la población, que debió levantarse más temprano para ir a pie al trabajo.
            Como los sepultureros se hallaban todos fabricando las perchas, los criminales antes mencionados, así como cualquier otra persona que falleciera, hubieron de ser inhumados por sus parientes en cualquier terreno baldío; pero el problema mayor era la basura: tenía que dejarse acumulada para ser llevada en camiones alquilados fuera del pueblo, que solo venían una vez por semana. La gente no tenía forma de enterarse de las últimas noticias, porque los medios de comunicación dejaron de transmitir, ya que los reporteros, locutores y entrevistadores estaban laborando en la fábrica; asimismo, los diarios cerraron por falta de hombres de prensa, lo mismo que la oficina postal. La gente no sabía qué hacer con sus televisores recién adquiridos o equipos de sonido porque los empleados de radio y televisión se hallaban todos haciendo las perchas, debiendo los saltanubinos contentarse con ver películas compradas afuera o escuchar discos que empezaban a sonar cada día más monótonos.
            Debido a la falta de empleados de limpieza pública, la gente empezó a enfermarse por la acumulación de basura y, como ya no había médicos ejerciendo, muchas familias empezaron a mudarse. Enterados de sus grandes ingresos, los bancos de otros poblados les prestaron dinero para que compraran caras mansiones, con lo cual Saltanubes empezó a despoblarse, o mejor dicho, vaciarse literalmente. Los vehículos de mudanza hicieron estragos en el tránsito, pero al final casi todo el mundo vendió sus propiedades y se largó de allí. Pero fue también entonces cuando llegó la noticia de que la fábrica “La Lavandera” cerraba sus puertas debido a una epidemia de carbunco que mató a todas las ovejas, de las cuales provenía la lana para fabricar los trajes que hacían necesarias las perchas. Los saltanubinos no pudieron pagar las deudas a los bancos, que les embargaron las mansiones. Al final, todos hubieron de vender sus artículos de lujo, a una parte ínfima de su precio, en ferias para poder subsistir, para finalmente terminar buscando trabajo de lo que sea en casas ajenas, puesto que su antiguo pueblo ya estaba completamente adquirido por otras personas.

            Poco después de esto, el dueño de un surtidor de combustible, que decía provenir de Saltanubes, publicaba un libro sobre cómo se hizo millonario a costa de una sarta de tontos imprevisores, el cual tituló: “Cómo convertí la gasolina en oro”, en edición limitada. Actualmente suele dictar conferencias, siendo escuchado, en cada una de sus alocuciones, por una nube de empresarios.

viernes, 29 de abril de 2011

Hasta nunca, pequeños

Se acabó. Los centavitos que Wong, Metro, etc. nos obligan tácitamente a "donar" en las cajas para no quedar, delante de todos, como algún personaje de Molière, dejarán de circular dentro de dos días. Es más, los mencionados autoservicios tendrán que empezar, sin quererlo, a compensar las donaciones, porque la ley obliga a redondear a favor del consumidor. Así, si el pan cuesta S/.9.99, deberá redondearse a S/.9.95, conforme a la Nota Informativa que se halla disponible en la página web del BCR. Habrá que revisar muy bien los vouchers.
Una sola vez vi que alguien pidiera que le devolvieran los centavos. Fue un año después de los inicios de la circulación de las monedas, cuando un turista entró a un Wong y los pidió. No solo eso, le solicitó a la cajera que le diera los de bonitos de metal, no los plateados feos. En todo caso, aquí quien sale perdiendo es Caritas o cualquier otra causa a la que se remiten las donaciones.
Dentro de dos días, por lo tanto, tendremos pequeñas piezas de museo en las cornisas de las ventanas, debajo del Buda o del ekeko que atraen el dinero o en alguna latita que sirve para acumular los centavos. Si hay alguien contento, deberán ser las cajeras, puesto que ya no tendrán que hacer uso de la oración "¿Quiere donar sus centavitos...?" que hasta ahora tenían que repetir 600 veces diarias cada una.

martes, 26 de abril de 2011

Carlos Eduardo Zavaleta (1928 - 2011)

La única vez que hablé con Zavaleta fue en la premiación del Concurso de Cuentos "El Quijote" en 2005, en el cual obtuve el segundo lugar. Yo era entonces un primerizo en esto de las premiaciones, no conocía a nadie del mundo literario, me sentaron adelante y estuve allí quieto como una momia de Paracas algo de quince minutos. La primera persona con la que traté directamente allí fue la ganadora del concurso, Elsa Vértiz. Comenzamos a hablar de nuestras historias y de cómo las habíamos concebido, hasta que nos interrumpió un tipo que acercó a ella y le dijo algo así:
- ¿Usted es la doctora Vertiz? La felicito, pero encuentro que entre su historia y la mía hay ciertas similitudes.
Y le extendió (prácticamente le colocó en la mano), con la mayor frescura, su trabajo dizque similar (como diciendo ¿y a mí por qué no me premiaron?). La doctora, una persona muy educada, le sonrió y aceptó el manuscrito. Pero apuesto a que si el marido hubiera estado cerca, hubiera agarrado del cuello al impertinente.
En vista de este fastidio, me cambié a otra fila. Entonces fue cuando Zavaleta se sentó a mi lado, me pidió prestado el ejemplar del "Dominical" del Comercio que tenía y lo criticó severamente, tal vez con la mayor razón. Al hablar nos encontramos con que ambos habíamos sido, de muy jóvenes, entusiastas de la medicina para después buscar otras cosas. Y recordando los setentas, se le dio por contarme un viejo chiste del general Tantaleán que me hizo regresar a la niñez, era uno de los más conocidos de esa época que, obviamente, se tenían que contar en forma reservada. En ese momento, la ceremonia empezó y, lástima, los fotógrafos buitre (esos que se meten a sacar fotos, incluso en los entierros, para después venderle a uno los revelados instantáneos) no me alcanzaron a tomar una con él. Eso fue todo, luego tomamos el espumante obligatorio en el patio del museo, donde fui abordado por los mencionados mercenarios del flash, pasamos los premiados al salón de recepciones (excepto el joven que obtuvo la mención honrosa, quien cargó su colección de libros y desapareció) y media hora después me fui a casa.
De Zavaleta, solamente había leido antes algunos cuentos sueltos. Posteriormente recorrí su obra, aunque debo confesar que todavía me falta completar su lectura (no he tocado aún "Los aprendices", "El cínico", etc.), pero sí disfruté la gran mayoría de sus cuentos, de los cuales se desprende fácilmente es que fue un verdadero maestro del género. Descanse en paz.

jueves, 7 de abril de 2011

"Que me enamore la tierra... y no me deje volver"

Siguiendo con esto de los cassettes antiguos, acabo de digitalizar uno que ni siquiera es mío, sino de un amigo que lo grabó (dijo él) en algún pub, hace más de veinte años y nunca se lo devolví. 
El fragmento que se muestra es una grabación en vivo del conocido tema de Celeste Carballo "Querido Coronel Pringles" (1982). Lo que me gustó del grupo fue la vitalidad de estos jóvenes (fíjense, ahora les llamo "jóvenes", cuando me dieron el cassette les llamaba "patas") para interpretar. Esta es una de las cosas que confirman lo que creo: si hay algo cierto en este Universo, es que no hay nada mejor para el hombre, o cualquier especie, que ser joven. ¿El nombre del grupo? No tengo ni la más remota idea.

viernes, 1 de abril de 2011

Poesía sobre ruedas


El propietario de este vehículo demuestra, a su manera, que la poesía no está supeditada al papel, a la voz de los juglares, a los recitales barranquinos o a las presentaciones de libros. También vale plasmarla de esta manera.

martes, 29 de marzo de 2011

Carrera de obstáculos

Desde hace unas semanas, la Av. Comandante Espinar se ha convertido en una especie de exhibición artística de paneles al aire libre, donde los candidatos al congreso (algunos de los cuales pasarán al olvido después del 10 de abril) han llenado con sus rostros la mencionada vía a tal grado, que ahora parece una pista de steeplechase para cíclopes. Poco menos que un atractivo turístico, aunque solo sea temporal.





Esta tiene que ser la mayor concentración de paneles de propaganda política por metro cuadrado en cualquier avenida similar. Hay de todo: paneles con lemas tradicionales como los que se muestran arriba, y otros no tan ortodoxos, como el que muestra a este par de candidatos con máscaras que parecen de catchascanistas:


O también este, en el que una candidata discapacitada visual usa como lema: "No me haré de la vista gorda" (abajo, a la derecha):


En fin, el pueblo dirá quién entra y quién no. Pero este año creo que exageraron un poquito con la andanada publicitaria.

viernes, 25 de marzo de 2011

Y finalmente... el cierre

Con el mismo camioncito que se empleó para el traslado del material de la Librería Sur, la Librería El Virrey empezó a cargar sus pertenencias hacia un nuevo destino. Esto ya había sido anunciado ayer a través de las redes sociales y la revista Caretas. La operación se inició alrededor de las cuatro de la tarde. El local será ahora ocupado por un banco.


Aquí, la librería ya cerrada:


Esperemos que a El Virrey le vaya bien en su nuevo local de la calle Bolognesi, en Miraflores. Todavía no hay fecha para su inauguración.

viernes, 18 de marzo de 2011

¿El primer libro de literatura que compré?

El título lleva forma interrogativa porque, hasta hace unos días, no lo recordaba. Es obvio que debe tratarse de un libro que ya no tengo, de otro modo la portada me lo recordaría.
Para hallar la respuesta me remonté, pues, a la época en que mi abuelo, que era jefe de almacén en una dependencia del Estado, traía cosas para distribución gratuita que eran lanzadas por el gobierno militar. Solía traer cosas muy variadas: discos, libros y hasta correas. Una vez trajo unos discos sencillos grabados bajo el sello "La Hora de Túpac Amaru", muy difíciles de conseguir actualmente. Uno de ellos era el vals "¿Quién es Dios?" en el lado A y en el lado B la marinera "La Brea y Pariñas", interpretados por Los Ases del Perú, este última tema una desenfadada loa a la toma de las instalaciones del título por parte de las Fuerzas Armadas. Pero, volviendo a la literatura, una tarde trajo "Pedestal para Nadie" de César Calvo, poemario editado por el INC que en realidad era una recopilación más amplia, porque incluía también "Poemas bajo Tierra" y una selección de canciones.
Me gustó mucho el libro y entonces me empezó a gustar la poesía. Así, me metí a la Biblioteca de la Municipalidad de Lince a leer la edición con fascímiles de la obra poética completa de Vallejo  No pasó mucho tiempo para que buscara una edición popular y asequible de la poesía de Vallejo y eso me llevó a comprarla, ni siquiera en una librería propiamente dicha, sino en el desaparecido local de Oeschle en Centro Comercial San Isidro. Esta es, pues, la respuesta a la pregunta del título.
Luego empecé a leer novelas completas, empezando por "Sin Familia" de Héctor Malot. Pero, poco después de terminar "La tía Julia...", dejé de interesarme bastante tiempo por la literatura para pasarme a la música popular. Me volví un fanático, aunque no por ello prescindí de escribir poemas tontos. Recién en 1996 emprendí la tarea de escribir cuentos. Claro que nada de esto suena tan romántico como el relato de Edward Ayer sobre la compra de su primer libro, pero al menos resulta más tradicional que leer a algunos jóvenes contando cómo hicieron lo mismo, pero en Amazon.

jueves, 3 de marzo de 2011

Una de SERPOST

Luego de algunas vacilaciones, decidí participar en el VII CONCURSO LITERARIO BONAVENTURIANO DE POESÍA Y CUENTO CORTO (Colombia) , un concurso que tuvo buena acogida en su edición pasada, en el cual se participa por vía electrónica. Es la segunda vez que participo en un concurso internacional. Iba a ser la tercera, pero al intentar participar, hace un par de años, en otro concurso en Colombia, ocurrió algo que solo puede pasar aquí, aunque tal vez fue cosa del destino, como se verá.
Fui a la misma agencia de Serpost desde la cual había enviado, en otra oportunidad, un cuento al concurso Juan Rulfo, de la RFI, pero la empleada de la oficina postal se puso, cómo les digo, muy peruana.
"Tiene que colocar en la parte superior izquierda el remitente", dijo. Le expliqué que eso no regía con los envíos internacionales, solamente los nacionales, y que no podía acceder a eso porque a los concursos debe enviarse trabajos anónimos.
"No, nadie puede enviar entregas así", terqueó la empleada. Le dije que anteriormente ya había mandado otro cuento a Francia y que en esa ocasión no hubo ningún problema. "No, no puede ser", bruteó (mil disculpas por el neologismo) la empleada. "Hay que cumplir con los reglamentos", añadió, muy policial.
Al final, decidí llevarme de vuelta el cuento a casa, lamentando la ineficiencia de la compañía. Pero, al abrir el sobre, comprobé que no incluía el CD con el trabajo,.lo cual exigían las bases. Lo hubieran descalificado. Por eso digo que fue cosa del destino, algo no quería que participara de todos modos.

sábado, 26 de febrero de 2011

El Viaje Astral (por Telestereo FM)

Luego de la cancelación de su programa (la radio también salió de las ondas hertzianas), Eco (Peter Schneider) y Cassandra (Beatriz Castillo) se llevaron El Viaje Astral a www.radiodifusion.com. Este es un fragmento de la última parte de una de sus sesiones nocturnas por Telestereo FM, a principios de los noventas.



Aquí un audio donde se escucha a ambos, Eco y Cassandra, despìdiendo el programa. También se escucha la característica del cierre de la programación de Telestéreo FM.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Tania Helfgott: Una voz relajante

Más que oírla cantar, me gustaba escucharla hablar. Tenía un timbre suave y agradable. Aquí un fragmento de una entrevista que le hicieron a Tania Helfgott en un programa radial, a finales de los ochentas. Lástima que en la cabina estuviera acompañada por un mal locutor y peor entrevistador, pero no se le puede pedir peras al olmo a radio Studio 92.

sábado, 19 de febrero de 2011

Será el nuevo local

Esta casa aún no ha sido completamente implementada, pero albergará a la Librería "El Virrey" en poco tiempo.

martes, 15 de febrero de 2011

Mudanza de la Librería "Sur"

El día de hoy, martes 15 de febrero de 2011, llegó a su fin la existencia de la librería anticuaria "Sur", de Miguel Dasso, al menos en su local tradicional. No tengo imágenes del interior, pero doy fe de que no dejaron absolutamente nada. Se llevaron hasta las barandas de fierro. La mudanza se llevó a cabo en dos camionadas: la primera a la 1 p.m. y la segunda dos horas más tarde.



Ni las gestiones de los dueños, ni el articulo de Vila Matas fueron suficientes para que la librería se quedara donde debe estar. Y esto es solo el principio. Ahora le toca el turno a "El Virrey". Qué difícil es mantener algunas pequeñas tradiciones en este país.


‪Mudanza de la librería Sur (Miguel Dasso)‬‏ por pequenobaul

lunes, 14 de febrero de 2011

La noche en que casi murieron los Grammys

No había espectáculo anual que me gustara más en mi adolescencia que la noche de los Grammys. Las premiaciones de 1978, (con el desaparecido John Denver como maestro de ceremonias) 80 (Paul Simon ocupando el puesto de John Denver) y la victoria de Christopher Cross, la del 84... hasta que algo empezó a flaquear.
En la edición correspondiente a 1989 ocurrió el fraude de Milli Vanilli, en los 90s la música popular empezó a decaer. En 1994, los Grammy Awards tocaron fondo al premiar al soundtrack de "The Bodyguard" como Album del Año. En qué cabeza cabe que esa peste, condecorada por la revista Rolling Stone como peor álbum de ese año, puede estar por encima de discos  excepcionales como "Ten Summoner's Tales" de Sting y "Sign O' the Times" de Prince. Allí dejé de ver la ceremonia por mucho tiempo. Había tenido suficiente.
Ayer, sin embargo, decidí distraerme de nuevo viendo el espectáculo. Esto, a pesar de las enormes consideraciones mostradas hacia ese engendro mediático llamado Justin Bieber, con dos nominaciones gracias al lobby de las grandes disqueras. Todo se veía listo: el mocoso apadrinado por Usher debía ser mejor nuevo artista, premio que antes era el primero en entregarse, pero que ahora lo dejan para la mitad de la ceremonia.
El espectáculo no estaba mal, a pesar del "Born This Way" de Lady Gaga, que no me parece sino un plagio descarado del "Express Yourself" de Madonna. Entonces ocurrió el momento temido de la noche: apareció en el escenario el chupo de Selena Gomez, el canadiense Justin Drew Bieber, acompañado por el hijo de Will Smith, rebajando la noche al nivel de los Kid's Choice Awards, para terminar su dúo de imberbes con una pose de faites de kindergarten que haría desternillarse de risa a un cataléptico. Definitivamente, esa sería la última vez que vería un espectáculo que hacía muchos años disfrutaba como ninguno, pero que parecía haber pasado a mejor vida (o a peor vida, para hablar más apropiadamente).
Pero entonces ocurrió lo impensable. El premio a mejor nuevo artista se lo dieron a la bajista de jazz Esperanza Spalding. Un grupo de jurados le había dicho no al lobbysmo, habían mostrado que todavía quedan hombres probos en el área de las premiaciones musicales. La reacción de las fans fue la esperada: atacaron la página de Wikipedia referida a la jazzista, llenando de insultos a la ganadora. Pero, qué se podía esperar de ellas, si para ser fan de Justin Bieber hay que graduarse primero en inmadurez.
Eso fue todo. Terminado el espectáculo, quedé con la impresión de que los premios Grammy, moralmente, se habían salvado con lo justo. Que habían sobrevivido a lo que podría haber sido su cremación. Tras haberlos yo condenado, me dieron una razón fresca para verlos de nuevo el año que viene.