lunes, 2 de marzo de 2020

Milagro japonés y anti-milagro peruano

Hace unos días, pude encontrar una película que no veía desde hace mucho tiempo, la ochentera "Milagro japonés" con Michael Keaton como encargado de una fábrica de automóviles comprada por una empresa japonesa. Allí, los empleados eran obligados a formarse en filas en un patio para una sesión matinal de ejercicios previos a la entrada al centro de labores, cosa que me pareció una exageración argumental, pero el hecho estaba basado en la realidad. Pues bien, resulta que una vez se intentó hacer eso en el Perú y no en la ficción.
La compañía Mitsubishi Electric tenía una fábrica en el Perú, fundada en 1966, donde manufacturaban pilas y se ensamblaban radios y televisores marca National con partes traídas del Japón. La fábrica era la primera de esa compañía en Latinoamérica, en una época donde se prohibía la importación de radios y televisores, de modo que había mercado aquí, siempre y cuando todo fuera ensamblado a nivel local. En 1974, los japoneses trajeron aquí a Matsaji Seko, Mamoru Furuichi e Ishadi Yoshida, los cuales implantaron un rígido sistema como el descrito al principio. Los trabajadores tenían que hacer cada mañana el saludo japonés, cantar el himno de la compañía y hacer los ejercicios tal y como se muestran en la película de Michael Keaton. Además, debían pronunciar los 7 espíritus de observancia budista. Pero, desde el principio, hubo un gran problema: estaban en el Perú velasquista.
El sindicato denunció estas prácticas como un "método de adoctrinamiento para adormecer la conciencia de la clase trabajadora". Los sindicalistas tampoco aceptaban normas disciplinarias como, por ejemplo, descontar parte del dominical por quedarse más tiempo de lo debido en el descanso, etc. Lo que sí aceptaban eran los agasajos y regalos, paseos, fiestas y otras dádivas que, de vez en cuando, la compañía otorgaba a sus trabajadores destacados.
No todos, sin embargo, se quejaban. Hubo gente que se puso del lado de los patrones, como Dante Anay, Juan Chacaltana, Vicente Acosta Rodríguez y, léalo bien, Isaac Humala. De todos modos, el grupo mayoritario del sindicato presentó un pliego de reclamos, no fue resuelto, y al final, la marca National desapareció. Posteriormente, se liberaron las importaciones y las condiciones de trabajo fueron adaptándose a lo que conocemos hoy. Ganó la flojera, la falta de disciplina, una disciplina que permitió a los japoneses superar el horror de Hiroshima y Nagasaki para convertirse en potencia mundial. Hoy día el Perú consume pilas marca Panasonic, pero... ¿potencia mundial? No será hoy ni será mañana...

(Foto tomada del sitio oficial de la firma Panasonic)