viernes, 29 de abril de 2011

Hasta nunca, pequeños

Se acabó. Los centavitos que Wong, Metro, etc. nos obligan tácitamente a "donar" en las cajas para no quedar, delante de todos, como algún personaje de Molière, dejarán de circular dentro de dos días. Es más, los mencionados autoservicios tendrán que empezar, sin quererlo, a compensar las donaciones, porque la ley obliga a redondear a favor del consumidor. Así, si el pan cuesta S/.9.99, deberá redondearse a S/.9.95, conforme a la Nota Informativa que se halla disponible en la página web del BCR. Habrá que revisar muy bien los vouchers.
Una sola vez vi que alguien pidiera que le devolvieran los centavos. Fue un año después de los inicios de la circulación de las monedas, cuando un turista entró a un Wong y los pidió. No solo eso, le solicitó a la cajera que le diera los de bonitos de metal, no los plateados feos. En todo caso, aquí quien sale perdiendo es Caritas o cualquier otra causa a la que se remiten las donaciones.
Dentro de dos días, por lo tanto, tendremos pequeñas piezas de museo en las cornisas de las ventanas, debajo del Buda o del ekeko que atraen el dinero o en alguna latita que sirve para acumular los centavos. Si hay alguien contento, deberán ser las cajeras, puesto que ya no tendrán que hacer uso de la oración "¿Quiere donar sus centavitos...?" que hasta ahora tenían que repetir 600 veces diarias cada una.

martes, 26 de abril de 2011

Carlos Eduardo Zavaleta (1928 - 2011)

La única vez que hablé con Zavaleta fue en la premiación del Concurso de Cuentos "El Quijote" en 2005, en el cual obtuve el segundo lugar. Yo era entonces un primerizo en esto de las premiaciones, no conocía a nadie del mundo literario, me sentaron adelante y estuve allí quieto como una momia de Paracas algo de quince minutos. La primera persona con la que traté directamente allí fue la ganadora del concurso, Elsa Vértiz. Comenzamos a hablar de nuestras historias y de cómo las habíamos concebido, hasta que nos interrumpió un tipo que acercó a ella y le dijo algo así:
- ¿Usted es la doctora Vertiz? La felicito, pero encuentro que entre su historia y la mía hay ciertas similitudes.
Y le extendió (prácticamente le colocó en la mano), con la mayor frescura, su trabajo dizque similar (como diciendo ¿y a mí por qué no me premiaron?). La doctora, una persona muy educada, le sonrió y aceptó el manuscrito. Pero apuesto a que si el marido hubiera estado cerca, hubiera agarrado del cuello al impertinente.
En vista de este fastidio, me cambié a otra fila. Entonces fue cuando Zavaleta se sentó a mi lado, me pidió prestado el ejemplar del "Dominical" del Comercio que tenía y lo criticó severamente, tal vez con la mayor razón. Al hablar nos encontramos con que ambos habíamos sido, de muy jóvenes, entusiastas de la medicina para después buscar otras cosas. Y recordando los setentas, se le dio por contarme un viejo chiste del general Tantaleán que me hizo regresar a la niñez, era uno de los más conocidos de esa época que, obviamente, se tenían que contar en forma reservada. En ese momento, la ceremonia empezó y, lástima, los fotógrafos buitre (esos que se meten a sacar fotos, incluso en los entierros, para después venderle a uno los revelados instantáneos) no me alcanzaron a tomar una con él. Eso fue todo, luego tomamos el espumante obligatorio en el patio del museo, donde fui abordado por los mencionados mercenarios del flash, pasamos los premiados al salón de recepciones (excepto el joven que obtuvo la mención honrosa, quien cargó su colección de libros y desapareció) y media hora después me fui a casa.
De Zavaleta, solamente había leido antes algunos cuentos sueltos. Posteriormente recorrí su obra, aunque debo confesar que todavía me falta completar su lectura (no he tocado aún "Los aprendices", "El cínico", etc.), pero sí disfruté la gran mayoría de sus cuentos, de los cuales se desprende fácilmente es que fue un verdadero maestro del género. Descanse en paz.

jueves, 7 de abril de 2011

"Que me enamore la tierra... y no me deje volver"

Siguiendo con esto de los cassettes antiguos, acabo de digitalizar uno que ni siquiera es mío, sino de un amigo que lo grabó (dijo él) en algún pub, hace más de veinte años y nunca se lo devolví. 
El fragmento que se muestra es una grabación en vivo del conocido tema de Celeste Carballo "Querido Coronel Pringles" (1982). Lo que me gustó del grupo fue la vitalidad de estos jóvenes (fíjense, ahora les llamo "jóvenes", cuando me dieron el cassette les llamaba "patas") para interpretar. Esta es una de las cosas que confirman lo que creo: si hay algo cierto en este Universo, es que no hay nada mejor para el hombre, o cualquier especie, que ser joven. ¿El nombre del grupo? No tengo ni la más remota idea.

viernes, 1 de abril de 2011

Poesía sobre ruedas


El propietario de este vehículo demuestra, a su manera, que la poesía no está supeditada al papel, a la voz de los juglares, a los recitales barranquinos o a las presentaciones de libros. También vale plasmarla de esta manera.