martes, 17 de abril de 2018

Una escena difícil (Cuento)


Uno de los besos más famosos de la historia del cine se produjo en la película de 1955 "Lady and the Tramp" de Walt Disney — que en español se tituló "La Dama y el Vagabundo" —, basada en una historia corta titulada “Happy Dan, the whistling dog” de Ward Greene, publicada en la revista Cosmopolitan en 1943. La escena en cuestión consiste en que los protagonistas, Lady y un perro innominado, empiezan a comer un plato de spaghetti y, sin darse cuenta, toman el mismo hilo de spaghetti para empezar a sorberlo hasta que se encuentran sus hocicos, todo ello con el fondo musical del tema "Bella Notte", escrito por Alan Menken. Esta secuencia se convirtió en un ícono, no solamente de la cinematografía, sino de toda la cultura pop. Sin embargo, su rodaje resultó ser más laborioso de lo que se piensa, en parte por las poses de diva de la protagonista, así como por algunos problemas técnicos que acompañaron a la filmación de este fragmento.
     Antes de iniciar la primera toma, Lady les recordó a todos que su contrato especificaba que cualquier contacto físico de ese tipo no debería durar  más de tres segundos, puesto que era menor de edad. Eso lo sabía el cuerpo técnico, pero no su pareja en la pantalla, quien se molestó sobremanera porque pensaba que, a esas alturas del rodaje, ambos ya tenían la suficiente confianza. El macho hizo una mueca de disgusto, que fue advertida por Lady, pero la escena se montó de todos modos y se hicieron funcionar las cámaras.
      Esta toma inicial no pudo concluir satisfactoriamente, puesto que se rompió el spaghetti. Mientras los auxiliares reemplazaban el plato, Lady miró a su pareja cinematográfica con ojos despectivos y le lanzó a su coprotagonista un comentario inapropiado: "No saques así la lengua delante de mí. Para que te enteres de una vez, me incomoda". Tal vez él debió quedarse callado, caballerosamente, pero puso una cara, literalmente, de perro, y le hizo saber a la altiva spaniel que todos los canes hacen lo mismo para refrescarse, puesto que carecen de glándulas sudoríparas. "A no ser, claro", dijo el macho, "que Su Majestad quiera que le pongan un ventilador para ella sola". La dama se sintió profundamente agraviada y le respondió que solamente aceptó trabajar a su lado por lo bien que se veía ella en medio de ese ambiente vintage — hay que recordar que la obra está ambientada en 1909 —, pero no para hacer pareja con un escuálido perro rescatado que ni siquiera era de su raza. Su pareja contestó que, en realidad, no importaba qué tan bien se veía una actriz en la pantalla, si fuera del estudio le quedaba muy apretado el arnés. Sin decir palabra, Lady se levantó — es decir, se puso en dos patas —, tomó el plato que los auxiliares ya habían colocado en la mesa y le arrojó el spaghetti en la cara a su novio en la ficción. "¡Te queda muy bien el papel de vagabundo!", dijo entonces, retirándose de las locaciones rumbo a su hotel. "¡Gata!", le gritó él, que es el modo que tienen los perros de insultar a las hembras.
     El rodaje solamente se pudo reanudar dos días más tarde por intervención del propio Walter Elías Disney, llamado por el director Clyde Geronimi, incapaz de resolver el asunto por sus propios medios. Disney acudió al hotel donde se alojaba Lady y echó mano de sus dotes diplomáticas para convencerla de regresar al trabajo, mientras que el innominado tuvo que tragarse las poses de la dama como macho que era, para finalmente acceder a repetir la toma. Dicha toma se realizó el día 12 de enero de 1955, con Geronimi y los directores auxiliares, Wilfred Jackson y Hamilton Lucke presentes, aparte del propio Disney. Se percibía tensión en el ambiente, pero la tripulación esperaba un comportamiento profesional por parte de ambos actores. Finalmente, Lady salió de la sala de maquillaje, se acomodó las orejas, se sentó en el lugar designado con gesto desdeñoso y a la orden de "¡Acción!" empezó a sorber el spaghetti sin mirar a su pareja, el vagabundo hizo lo mismo y, voilá, se toparon los hocicos.
      Un aplauso estruendoso se produjo en el estudio, terminándose el resto de la escena sin mayores contratiempos. Sin embargo, una vez que Geronimi ordenó "¡Corten!", la cosa cambió radicalmente: Lady se dio media vuelta, pidió una servilleta y abandonó el set, rumbo a su camerino. "¡Es la última vez que trabajo con este perro chusco!", mencionó antes de salir. Y a decir verdad, así fue, porque, a pesar de que la película fue un éxito de taquilla, ninguno de los dos volvió a ser llamado por los estudios — aunque sus descendientes hicieron, muchos años después, una secuela —. Después de todo, Walter Elías Disney pudo haber sido un gran cineasta con mucha sensibilidad, pero tampoco estaba para aguantar pulgas. Y menos aún… pulgas de perro.
(La imagen es propiedad de Walt Disney Productions)