sábado, 6 de marzo de 2021

La lógica del Sr. Spock

Como todos sabemos, el Sr. Spock es un vulcano. Los vulcanos son miembros de una civilización donde la lógica ha reemplazado a las emociones cuando se trata de toma de decisiones. Supongamos que el Enterprise aterriza en un planeta donde solamente vive una especie y aparece un virus mortal que ataca a todo el mundo. Digamos que en el Enterprise se logró desarrollar una vacuna que alcanza solo para una parte de la población y tiene que ser inoculada de inmediato antes de que todos desaparezcan. Supongamos asimismo que solamente Spock o el capitán del Enterprise tienen el poder para administrarla. ¿A quiénes escoger primero? ¿A quiénes colocar en la primera línea de vacunación?

Un vulcano colocaría en dicha primera línea, por supuesto, al personal médico, pero también a los encargados de la administración de los recursos del planeta. Estamos considerando que en esa sociedad las figuras del más alto nivel hacen su tarea, manteniendo el equilibrio social y económico de la población, por lo cual no pueden ser reemplazadas intempestivamente. Pero, aun cuando los ancianos fueran más vulnerables a ese virus y con más altas probabilidades de morir, para el Sr. Spock sería impensable colocarlos en la primera línea con excepción de los que formen parte de la clase dirigente antes descrita. Aparte de dicha excepción, no podría darle prioridad a pobladores cuyo ciclo productivo y reproductivo ya terminó (jubilados, sedentes). Por tanto, en la primera línea estarían los individuos jóvenes cuyas facultades de producción económica y reproducción están en toda su capacidad, para garantizar la continuidad de la cadena industrial, poblacional y educativa.

Dicho esto, en la segunda línea de vacunación estarían los niños, aún cuando fueran menos vulnerables porque ellos representan la siguiente generación que debe ser protegida, asegurando así la continuación de la especie y la herencia de la civilización existente. Asimismo, en esta segunda línea estarían incluidas las fuerzas del orden (o el equivalente que ellos tengan) para controlar, sobre todo, posibles revueltas. Por tanto, en la última fila quedarían los ancianos, los gravemente enfermos, los desahuciados y aquellos que no constituyen un aporte para los procesos anteriormente descritos (incluyendo los criminales o, los internados en sanatorios mentales si los hubiera, e incluso deportistas de profesión o artistas).

Lamentablemente para el Sr. Spock, él no es el capitán del Enterprise. El capitán es James T. Kirk, un humano con sus características emocionales intactas. Él probablemente haría vacunar a los ancianos por ser los más vulnerables, antes que a los jóvenes. Eso es porque las características de la civilización terrestre nos impulsa a fijarnos primero en el desvalido que en el hombre entero, impulsado por un conjunto de emociones mixtas que varían entre amor y compasión. Es así como lo hacemos nosotros, porque no podemos imitar algo que se calificaría precisamente como "inhumano". El Sr. Spock, en cambio, hubiera decidido ese asunto a su manera en un segundo. Pero, claro, no somos vulcanos: si lo fuéramos, no habríamos tenido a los presidentes que ahora lamentamos haber tenido.

No sé si la campaña de vacunación será una solución para la pandemia que nos aqueja. Lo que sí sé es que no hemos dejado de actuar con la emoción, para bien o para mal, y eso es algo que no nos van a quitar por más trekkies que abunden en este planeta o discusiones filosóficas que no curan. Ojalá hubiéramos tenido, sin embargo, otra gente a cargo desde un principio y no un mitómano o dos que poco favor le han hecho al verdadero concepto de humanidad.