domingo, 23 de abril de 2023

Prólogo del libro "Los misterios de Kelly"

     El género literario conocido en el mundo anglosajón como Girl Detective tiene la característica de que, en su mayoría, está dirigido primordialmente al público adolescente. Tradicionalmente, hasta hace pocos años el contenido de dichas obras solía estar limitado por la edad de la protagonista: las más jóvenes, por lo general, se encargaban de resolver desapariciones de gente que al final es hallada, o encontrar testamentos perdidos; las más adultas, en cambio, podían llegar a resolver homicidios o estar envueltas en casos de secuestro. En los tiempos actuales, en cambio, han empezado a aparecer personajes muy jóvenes como Flavia de Luce, creada por Alan Bradley, quien con apenas 11 años es una experta en venenos y se halla envuelta en un caso de asesinato en The Sweetness at the Bottom of the Pie (2009), novela ambientada en 1950. 

    Particularmente, yo no catalogaría a Miss Madelyn Mack, personaje creado en 1909 por Hugo Cosgro Weir como representante de este género, ya que el término ha quedado definido en favor de la juventud o extrema juventud de quienes integran esta corriente; por tanto, Phoebe Daring de 16 años, creada por L. Frank Baum, quien aparece en The Daring Twins: A Story for Young Folk (1911), sería la primera de este género literario, seguida por la adolescente de la alta sociedad Violet Strange, creada por Anna Katherine Green, quien protagoniza la colección de cuentos breves The Golden Slipper: And Other Problems for Violet Strange (1915). Como el título lo indica, dicha colección está dividida en “problemas”, en número de nueve, que no son sino ejercicios de deducción, cuatro de ellos con una pequeña frase agregada al título, por ejemplo, el segmento titulado Problem Two: The second bullet – You must see her. Este segmento es también el primero en el que una Girl Detective está envuelta en una investigación de homicidio, aunque ella no se encarga de encontrar al asesino.   


Nancy Drew, ideada en 1930 por Edward Stratemeyer, quien delineó la trama de las tres primeras novelas de la serie para ser llevadas al papel por Mildred Wirt bajo el seudónimo colectivo de Carolyn Keene, tenía originalmente 16 años, era atrevida, conducía un convertible azul y por momentos incluso era áspera. Stratemeyer murió ese mismo año; en 1953 le cambiaron el color de pelo al personaje, en 1959 le elevaron la edad a 18 y finalmente la editorial decidió que las primeras historias sean reescritas, suavizando el carácter de la detective. Por cierto, Nancy Drew fue la única detective juvenil en venir al Perú para resolver un misterio en The Clue in the Crossword Cypher (1961) luego de que una joven limeña, Carla Ponce, la invitara a ir a Sudamérica tras mostrarle una misteriosa placa de madera, en un periplo que las lleva desde el hogar del padre de Carla en Lima, una mansión propia de un hacendado, hasta meterse al Museo Larco Herrera en busca de pistas.


        Así, llegamos a Trixie Belden, aparecida en 1948 por la mano de Julie Campbell Tatham. Esta detective fue la más joven en protagonizar una serie de libros de misterio ya que tenía apenas 13 años en Trixie Belden and the Secret of the Mansion. Esta serie, en un principio claramente dirigida a un público adolescente femenino, se publicó hasta 1986. En un determinado punto de la serie, la autora decidió ampliar sus posibilidades uniéndola a un grupo de chicos llamados “Las codornices de Glen” quienes le eran de ayuda, incluso en sus primeros pasos en el romance. Solamente los seis primeros libros fueron escritos por Campbell, siendo la serie continuada por escritores fantasma bajo el seudónimo colectivo de Kathryn Kenny.

La detective que protagoniza el presente libro, Kelly Sailor, surgió tras repasar un par de libros y ciertos programas de televisión que me ayudaron a definir, sobre todo, la época en que se ubican sus historias. Decidí que el año 1986 era ideal ya que no había internet, ni celulares accesibles como los de ahora, ni pruebas de ADN completamente desarrolladas, ni laptops, es decir, nada de lo que aparece en las actuales series detectivescas donde los agentes más parecen expertos en informática que otra cosa. En 1986, cuando alguien estaba en la calle y quería hacer una llamada telefónica tenía que buscar una cabina o un teléfono de monedas en algún negocio; cuando alguien quería dejar un mensaje tenía que recurrir al papel. Así, la época obliga a que la joven resuelva las cosas en base a su ingenio. Aunque nunca se dice qué fue de su padre, su padrastro es teniente de homicidios, oficio similar al del padre de Ellery Queen, detective creado por Frederick Dannay y Manfred Bennington Lee en 1929.


En cuanto a la edad de la protagonista, decidí promediarla respecto a la mayoría de otras integrantes del género. Kelly Sailor tiene 14 años y, a pesar de esta corta edad, resuelve únicamente asesinatos. Asimismo, las historias no son del tipo whodunit (“quién lo hizo”) es decir, en las que no se conoce al asesino hasta que su identidad es revelada tras evaluar una serie de pistas. En las historias que componen este libro, se sabe quién es el culpable desde un principio y en la mayoría de ocasiones también se grafica el crimen. Este tipo de construcción se conoce como howtocatchem (cómo atraparlo o atraparlos). Hay trabajos tempranos de este tipo por autores como Anthony Berkeley Cox o Freeman Wheelis Croft, pero el ejemplo más popular lo tenemos en la serie de televisión Columbo, personaje creado por Richard Levinson y William Link e interpretado por Peter Falk en dos pilotos televisivos lanzados en 1968 y 1971 y a partir de este último año en una serie regular para la cadena NBC hasta 1978, retornando en la cadena ABC en 1989 a través de especiales, siendo el último de ellos emitido en 2003.

Respecto a los escenarios, casi está de más de decir que en el Perú no se puede crear o ambientar este tipo de historias. No hay escenarios adecuados para textos como el último de este libro donde el título lo dice todo. Por eso pensé en ciudades imaginarias ubicadas en el estado de Florida, USA. Por otro lado, hay que agregar que muchas de las publicaciones del género donde la protagonista es muy joven están tiznadas con coincidencias asombrosas o errores realmente groseros por parte del culpable. Pretender hacer un trabajo fino, laqueado, fiel a un canon, es para otro tipo de libros. En otras palabras, estos cuentos no están dirigidos a los amantes del género detectivesco serio. Estos cuentos son para que los chicos lean algo que los haga pensar más que las historias mediáticas de brujos, romance o vampiros.

La intención de escribir estos tres primeros cuentos de una serie de siete que son los que compondrán el universo de Kelly Sailor es mostrar que se puede hacer literatura juvenil con un lenguaje y un enfoque que difiere del resto de ejemplos en la mayoría de rasgos. El desenfado, los discutibles diálogos, los enredos, las referencias a la época de los ochentas son características imposibles de reemplazar en estos textos. En sus historias, tanto en estas como en las que vendrán, el camino de Kelly Sailor seguirá por lo ya trazado, libre de influencias externas o de cualquier otro obstáculo que pretenda cambiar, de cualquier forma, su modo de ser o actuar.