viernes, 8 de octubre de 2010

Tan cerca y, a la vez, tan lejos

Los autores de ciencia ficción siempre han sido demasiado optimistas en cuanto a las fechas en que ocurrirían los acontecimientos narrados por ellos. Arthur C. Clarke, en Odyssey Three, ubicada en el año 2061, habla de las misiones a Júpiter de las que el veterano Heywood Floyd, allá por los años 2010 y 2015, formó parte. Philip K. Dick llenó el mundo de androides y nos hizo emigrar a Marte en 2021, cosa que cualquier habitante actual de este planeta sabe que no ocurrirá. Pero es en la televisión donde se ha producido lo más inverosímil. La FOX tomó una novela de Jonathan Wyss y mandó una familia a Alfa Centauri en el Júpiter II (lamentablemente, se perdieron en el camino), en una fecha que fue motivo de conmemoración: 16 de octubre de 1997. El ejemplo más extremo, sin embargo, sería el de la serie de televisión inglesa UFO, transmitida en 1970, que con gran despliegue de minitransbordadores y estaciones espaciales habitadas, se ubica en 1980.

Pero, en defensa de todos estos imaginativos señores, debemos decir que los científicos “serios” no se quedaron atrás. Por colocar tan solo un ejemplo, en el número correspondiente a mayo de 1969 del Science Journal, el Dr. Rodney Wendell Johnson, planificador de misiones tripuladas de la NASA, publicó un artículo donde describía colonias lunares que podrían estar operativas en 1972. El artículo contó con ilustraciones de Roy Scarfo, una de las cuales se muestra arriba.

Podría decirse que en determinada década la carrera espacial le nubló la vista a medio mundo. Esto podría ser cierto en el caso del futurista, ingenuo o farsante Dr. Johnson, pero la novela de Clarke se escribió en 1987. La explicación estaría en que Clarke ya estaba comprometido con las fechas que él imaginó para los personajes en sus anteriores trabajos de la serie 2001 y consideró evitar extenderse mucho (al menos, hasta hacer resucitar a Frank Poole en 3001: The Final Odyssey).

De cualquier modo, el optimismo al respecto ha sido desbordante. ¿Por qué? Lo más sencillo es pensar que cuando estos autores lanzaron sus trabajos suponían que estas cosas podrían ocurrir en los tiempos que ellos imaginaban. En la década de los sesenta cualquier cosa relacionada con colonias lunares o marcianas era creíble, pero hay algo más. Era el deseo del escritor de que las cosas pasen rápido. El escritor de ciencia ficción no podía colocar un universo suyo tan lejano. Tenía que estar lo más cerca posible, para que lo acompañe más íntimamente a él y a todos sus seguidores. Lamentablemente, esa “magia” de la década se ha visto obligada a desvanecerse. Ahora, con una conciencia más clara acerca de los logros y el futuro de la tecnología, los autores se han vuelto (es decir, han debido volverse) más prudentes.

Imagen tomada de la revista Science Journal, mayo de 1969.

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