domingo, 26 de septiembre de 2010

Cuidado con esas traducciones

Tras una excavación en el norte del país, los arqueólogos acaban de revelar la existencia de una carta del siglo XVII, cuya importancia radica en contener un texto escrito en un lenguaje desaparecido denominado "pescadora", hablado en esa región hace cinco siglos. La carta contiene una traducción hecha por los conquistadores, pero no hay ningún otro registro de este lenguaje. Las dificultades para reconstruir el significado real, sin guiarse por la dudosa traducción incluida, parecen ser insalvables.
Esto me trajo a la mente un caso de duda insalvable que muestra las dificultades que tuvieron que abordar los primeros traductores bíblicos. Me refiero al famoso pasaje de Mateo 27:46. En todas las versiones del Nuevo Testamento que existen, las palabras del Señor se transcriben en su idioma original: "Eli, Eli, lama sabactani?" Es la única parte del Nuevo Testamento en la que aparece una frase en arameo... ¿por qué? Seguramente, porque la traducción da mucho que pensar: "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?". Así, Jesús estaría citando el inicio del Salmo 22, cosa que podría tomarse como una debilitación de su fe en los momentos extremos de su suplicio. Esto habría les hecho temblar la mano a los traductores, dejando para otras personas una versión consistente.
En el transcurso de los años, el sacerdocio ha dado unas interpretaciones tan rebuscadas que nunca convencieron cuando se las escuchaba en los Sermones de las Tres Horas de Semana Santa. Pero en 1933 el catedrático George Lamsa (1892-1975) salíó adelante con una novedosa interpretación de este pasaje. Según Lamsa, el pasaje es una incorporación de dudosa exactitud, hecha por parte de los primeros traductores griegos, postulando la tesis de que el texto realmente debería decir: "Eli, Eli, lemana shabaktani", que significaría "Dios mío, Dios mío, para esto me has encomendado", con lo cual Jesús estaría diciendo que su destino se había cumplido.
Como era de esperarse, toda la plana de estudiosos ortodoxos se gastó en tratar de desmentir sus afirmaciones. Pero, por supuesto, es más sensato adoptar la traducción de Lamsa, de la misma manera que ya estásiendo aceptado el error de la traducción de Mateo 19:24 (no es un "camello" el que pasa por el ojo de una aguja, sino una soga).
Pero, por supuesto, a estas alturas ya es impensable un cambio de tal magnitud en Mateo 27. ¿Cómo quedarían los dramáticos Sermones de las Tres Horas, hechos a voz en cuello durante tantas y tan poco sintonizadas jornadas televisivas?

Imagen tomada de aquí: http://picses.eu/image/07f8283e/

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