Este es el estado en que se encuentra la llamada "Esquina del Lector", ubicada frente al Parque Murillo, en San Isidro. Por cierto, esta será una de las últimas fotografías que verán de dicho lugar, porque ya se están dando los primeros pasos para su demolición: la cadena Marriot tiene pensado construir un hotel allí, de modo que no quedarán ni los escombros de algo que solo se quedó en proyecto.
Originalmente, se pensó transformar a este local en un recinto cultural, algo que pudiera atraer la atención del público. Pero, luego de una inauguración en la que participaron Alfredo Bryce Echenique y Abelardo Sanchez León, y en la que distintas librerías se hicieron presentes a través de stands, todo quedó rápidamente en el olvido. Tal es así que nadie se molestó siquiera en cuidar los paneles. Uno se pregunta dónde estaba el serenazgo más caro de Lima cuando arrancaron de cuajo el correspondiente a Alonso Cueto, o cuando "redecoraron" el de Guillermo Niño de Guzmán con aerosol de color negro.
Así, la "Esquina del Lector" continuó siendo un lugar abandonado, peor aún cuando el lujoso restaurante que funcionaba frente al parque, denominado "El Cartujo", regentado por Gisella Gerber, se fue sin pena y gloria y toda esa manzana quedó convertida en lo más feo de San Isidro, de lejos.
Hubiera sido bonito que el restaurante continuara ofreciendo sus cebiches y fetuccinis con nombres de libros, o que en la casa de color palo de rosa se hubiera instalado una galería. Pero de nada sirve ahora seguir usando el pretérito imperfecto: como ven, ya empezaron a tirarse todo abajo. A decir verdad, pienso que ya no podía hacerse otra cosa con esta parte de ese distrito.
Así, la "Esquina del Lector" continuó siendo un lugar abandonado, peor aún cuando el lujoso restaurante que funcionaba frente al parque, denominado "El Cartujo", regentado por Gisella Gerber, se fue sin pena y gloria y toda esa manzana quedó convertida en lo más feo de San Isidro, de lejos.
Hubiera sido bonito que el restaurante continuara ofreciendo sus cebiches y fetuccinis con nombres de libros, o que en la casa de color palo de rosa se hubiera instalado una galería. Pero de nada sirve ahora seguir usando el pretérito imperfecto: como ven, ya empezaron a tirarse todo abajo. A decir verdad, pienso que ya no podía hacerse otra cosa con esta parte de ese distrito.
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