viernes, 27 de agosto de 2010

Ambiciones exóticas

Cuando era niño y veía las series de Quinn Martin en blanco y negro (como "Los Invasores", por el canal cuatro) o me quedaba hasta la medianoche con "Un paso al más allá" para tener pesadillas, solía asaltarme el deseo de tener una mascota exótica. Primero fue un castor (no sé de dónde diablos salió esa idea), pero un castor era imposible de conseguir aquí, peor hacerlo vivir en un edificio de apartamentos y amanecer sin sillas al levantarse para el desayuno. Por allí encontré un artículo de Shannon Frye que describe lo maravillosas mascotas que pueden ser los castores. Uno de los felices poseedores comenta: "Tengo cuatro castores como mascotas y las amo. Les traje una camionada de madera y las dejé sueltas una semana en mi patio. Me hicieron una cabaña de madera de 3,000 pies cúbicos, con cuatro habitaciones. Me ahorré una fortuna en contratistas".

Luego fue una mariposa dragón, que podría vivir en un invernadero, pero que tendría que haber salido a buscar cada media hora cuando se volara por la ventana. Hay gente, por supuesto, que las tiene, por lo general personas a las que les da flojera tirar las cáscaras de plátano o dejan las naranjas a medio chupar, cosa que les favorece a sus mascotas. Porque, como todo el mundo sabe, a las mariposas les encantan las frutas podridas.

Bueno, hace algunos días caminaba por la avenida Alvarez Calderón y me tropecé con el anuncio que están viendo en la imagen. Sería exagerado decir que los erizos africanos, como mascotas, están de moda, porque la definición estricta de moda es "lo que más se repite". Y obviamente hay menos erizos como mascota que otras especies. Pero este anuncio me hizo recordar mis extrañas ambiciones infantiles. Y también el hecho de que no hace falta ser niño para antojarse de gustos extraños, exóticos como el de las personas que gustan de estos animales comedores de tenebrios, que es lo más les gusta. Pero yo, francamente, no me gustaría acostarme por la noche y descubrir que las sábanas pican más de lo debido. Preferiría encontrarme con pelos caninos: son más suaves.



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